por Carla Amtmann Fecci 16 marzo, 2017
La
descentralización no es solo más cargos o nuevas divisiones administrativas.
Crear una nueva región debe significar también, emprender como país un nuevo
camino: más democracia y más derechos. Si eso no marca la agenda y ruta que
empujemos como habitantes de Los Ríos estos años, el próximo decenio será de
cuentas inconclusas nuevamente.
A
diez años de creada la nueva región de Los Ríos, imaginar los próximos diez,
más que un juego de fantasías, se vuelve una necesidad colectiva. Desde que
dejamos de ser Región en 1974 que soñamos con volver a serlo, y no por un mero
capricho regionalista, sino porque ser región traía consigo una idea:
generación de empleo, descentralización, impulso del desarrollo local y
Valdivia como capital regional modelo para el país entero. Cuando el 16 de
marzo del año 2007 se promulga la ley que creó nuestra región, empezó una larga
travesía por cumplir dichos anhelos.
Y
ha sido un sueño inconcluso. Tras estos años, no se ha materializado aún un
proyecto de desarrollo local que, siendo sustentable y coherente con nuestras
potencialidades regionales, logre impulsar empleos de calidad, generando
incentivos para que los jóvenes que salen año a año de los centros técnicos y
universitarios no se vean obligados a migrar hacia otras regiones. No se ha
conseguido que la sustentabilidad sea más que una buena imagen de portada
turística, que al poco andar por las calles de nuestras comunas, los micro basurales,
el descuido de las calles, el abandono de los edificios y de nuestro valor
arquitectónico no estén a la orden del día. Que las potencialidades
agropecuarias y forestales, turísticas y culturales tengan una articulación
coherente y que se potencien entre sí, y no sean un conjunto incongruente y
contradictorio. Que las mujeres tengan derechos plenos y participación en todas
las esferas, y no como hasta hoy, que vivimos en la región con uno de los
mayores índices de violencia intrafamiliar y con menores cargos de
representación en manos femeninas.
La
Región de Los Ríos, teniendo la posibilidad de impulsar una descentralización
real y modelo a seguir, no ha podido hacerlo. Y la mirada hacia los siguientes
años nos interpela a aquello. Pensar la descentralización como una necesidad
fundamental para el desarrollo y buen vivir de la ciudadanía.
El
actual gobierno convocó a dos Comisiones Asesoras Presidenciales que competen
en este tema: una para la Descentralización y el Desarrollo Regional, y otra
para la Participación Ciudadana. Y no es casual que se haya hecho, las demandas
de Aysén, Magallanes, Calama, Quellón y Tocopilla –entre otras– pusieron en la
palestra una vez más las negativas consecuencias del centralismo y la falta de
democracia participativa desde las regiones. En ambas comisiones, tras
destacados trabajos de importantes actores regionales y académicos, lograron construir
propuestas, que con muchas limitantes y contradicciones aún –partiendo por el
hecho de abordar de manera separada la democracia y descentralización, asuntos
que han de entenderse como indivisibles- ponen a la orden del día medidas
importantes de impulsar. Lineamientos como Impuestos Regionales, nuevas
categorías municipales, fortalecimiento de medios de comunicación local, existencia
de plebiscitos y referéndum regionales vinculantes, fortalecimiento de los
Consejos de la Sociedad Civil, entre otros, construyen una base para una hoja
de ruta necesaria de trazar en Chile.
No
obstante, tenemos una amenaza permanente: que una vez más estos informes queden
relegados a meros documentos en los cuales pocos proyectos de Ley se inspiran y
materializan. Es por ello que, pensar Los Ríos para el 2020 implica que las
autoridades regionales y nacionales de la región asuman compromisos abiertos
con una agenda democrática y descentralizadora. Que asuman como un deber el lograr
que propuestas necesarias de implementar no queden durmiendo en cajones de
escritorios.
Para
que la Región de Los Ríos sea efectivamente una región modelo, se necesita
afirmar sin titubeos que no es posible un camino descentralizador sin un
proceso de profunda participación ciudadana y recuperación de derechos
sociales, y por tanto de democratización real.
La
descentralización no es solo más cargos o nuevas divisiones administrativas.
Crear una nueva región debe significar también, emprender como país un nuevo
camino: más democracia y más derechos. Si eso no marca la agenda y ruta que
empujemos como habitantes de Los Ríos estos años, el próximo decenio será de
cuentas inconclusas nuevamente.
No debemos estar dispuestos
a resignaciones. Una nueva región es posible.