Desde que la
mesa Mejores Regiones, que agrupa a diversos gremios productivos de Concepción,
emitió una declaración pública en octubre de 2016 oponiéndose a la creación de
la Región de Aconcagua, diversos datos poco exactos en torno a la nueva unidad
administrativa han circulado en los medios, los cuales han llegado incluso al
Congreso.
Si bien el debate en torno al tema es legítimo, y debe darse con argumentos
sólidos en el Parlamento, donde está radicado el proyecto, ciertas ideas
negativas en torno a la división de la Región de Valparaíso, estrechamente
ligadas a intereses de un grupo económico en particular, han generado
desinformación y una percepción equivocada respecto de la iniciativa aconcagüina.
COSTOS
Un punto que han esgrimido los opositores a la creación de nuevas regiones es
el supuesto alto costo que conlleva el proceso de instalación, y utilizan como
argumento una cifra entregada por el estudio de la UdeC realizado en 2013, que
calcula en $200 mil millones anuales el monto requerido.
Una información que el propio director del estudio, Ricardo Utz, ha salido a explicar, ya que la cifra se construyó sobre la base de parámetros “ideales”, que no se utilizan en la administración pública chilena. Por ejemplo, consideró cierta cantidad de metros cuadrados por funcionario, lo que sugería una mayor cantidad de edificaciones.
La Dirección de Presupuestos (Dipres), en tanto, ha definido que el costo real de instalación de la nueva Región de Aconcagua fluctuará entre los $18 mil y los $20 mil millones anuales. Solo a modo de referencia, el estadio Ester Roa en Concepción costó $33 mil millones de pesos, y el puente Cau Cau en Valdivia terminará costando $30 mil millones. El subsidio al Transantiago, en tanto, se fijó en más de $540 mil millones entre 2014 y 2019.
Una información que el propio director del estudio, Ricardo Utz, ha salido a explicar, ya que la cifra se construyó sobre la base de parámetros “ideales”, que no se utilizan en la administración pública chilena. Por ejemplo, consideró cierta cantidad de metros cuadrados por funcionario, lo que sugería una mayor cantidad de edificaciones.
La Dirección de Presupuestos (Dipres), en tanto, ha definido que el costo real de instalación de la nueva Región de Aconcagua fluctuará entre los $18 mil y los $20 mil millones anuales. Solo a modo de referencia, el estadio Ester Roa en Concepción costó $33 mil millones de pesos, y el puente Cau Cau en Valdivia terminará costando $30 mil millones. El subsidio al Transantiago, en tanto, se fijó en más de $540 mil millones entre 2014 y 2019.
REPRESENTATIVIDAD POLITICA
En cuanto a la
“pérdida de peso político” esgrimida por la mesa Mejores Regiones, graficada en
la disminución del número de senadores de Valparaíso de cinco a tres; se trata
de un argumento que se refiere a la reforma al sistema electoral, y no a la
creación misma de la región.
Aconcagua, incluso, estará subrepresentada con solo dos senadores, pues regiones como Antofagasta y Los Ríos, con igual o menor población, tendrán tres representantes, ya que durante la discusión de la ley supieron “negociar”.
Aconcagua, incluso, estará subrepresentada con solo dos senadores, pues regiones como Antofagasta y Los Ríos, con igual o menor población, tendrán tres representantes, ya que durante la discusión de la ley supieron “negociar”.
Es claro que el actual sistema electoral deberá revisarse, y seguramente Valparaíso deba aumentar el número de senadores, para no quedar en desmedro frente a Maule y La Araucanía, que tendrán cinco. Sin embargo, eso no es motivo para oponerse a la creación de la Región de Aconcagua. Es más, durante décadas la Región Metropolitana tuvo cuatro senadores, con mucho mayor población que Valparaíso.
De todas formas, los actuales cuatro senadores de la región deben representar a dos o más provincias. En el caso de Aconcagua, esta tendrá solo dos representantes, pero abocados solo a las 21 comunas que conformarán la nueva circunscripción.
HACIA
MACRORREGIONES
Los opositores
a la creación de regiones esgrimen que la tendencia apunta hacia las
macrorregiones, que atomizar el país es perjudicial y no consigue los objetivos
planteados, y que por el contrario, multiplica la burocracia.
Sin
embargo, la tendencia a la que adhieren los defensores de la creación de nuevas
regiones es hacia las macrozonas productivas y las microzonas administrativas.
Gobernar desde lo local siempre será mejor.
BAJA POBLACIÓN
“Aconcagua será
una de las regiones con menor población del país, lo que jugará en su contra”,
dicen los detractores del proyecto. La nueva unidad administrativa se
conformará con 483 mil habitantes.
Pero
Aconcagua no será la región con menor población del país. Se ubicará en el
puesto 7º, en tanto Valparaíso remanente bajará solo un lugar, del segundo, al
tercer lugar nacional, al perder la Provincia de Aconcagua.
ACONCAGUA NO SE SUSTENTA
“La capacidad
productiva de Aconcagua no es suficiente para impulsar una región”, opinan los
detractores a la iniciativa, quienes además creen que Aconcagua será una región
pobre y pequeña en cuanto a superficie.
Efectivamente,
la superficie de Aconcagua será la menor del país; sin embargo, actualmente
representa el 25% del total de empresas del Valparaíso. La cuenca del Itata
tiene gran proyección, y se vislumbra como una región agroalimentaria y
turística.
ACONCAGUA SE DEBILITA
La mesa Mejores
Regiones sostiene que la creación de la Región de Aconcagua traerá perjuicios
para Valparaíso remanente, pues se debilita el poder económico, demográfico y
político frente a la Región Metropolitana.
La
verdad es que Valparaíso pasará de distribuir sus recursos -que no disminuirán-
entre 54 comunas, a 33. Aconcagua, en tanto, podrá focalizar sus nuevos
recursos en solo 21 comunas, todas ellas unidas por una vocación productiva
distinta a la de Concepción.
BUROCRACIA Y CUOTEO
Los detractores
de la creación de nuevas regiones cuestionan el aumento del aparato público, el
consiguiente costo y el carácter político que tienen este tipo de
contrataciones, que no ayudarían a mejorar la empleabilidad.
Efectivamente,
aumenta la administración pública, pues se crean dos provincias y una
intendencia. Sin embargo, aparejado a esto, aumentan las empresas ligadas al
rubro (así ocurrió en Arica y Los Ríos), y se acercan los servicios a las
comunas.
BENEFICIOS A LA GENTE
“Crear una
región no es sinónimo de que mejore la calidad de vida de la gente”, sostienen
desde la mesa Mejores Regiones. Apuntan a “mejorar” la actual distribución de
recursos, algo que no ha ocurrido en los últimos 40 años.
La
experiencia de Los Ríos y Arica muestra que si bien aún es pronto para notar
cambios radicales en cuanto a condiciones socioeconómicas, sí ha disminuido el
desempleo y mejorado la conectividad, tema este último crítico en Aconcagua.